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Primer Trimestre: De cal y de arena

Comiendo unos buenos trozos de jamón crudo (dos días congelados), voy a ir cerrando este primer ciclo del embarazo uniendo momentos con apuntes de argamasa para que se solidifiquen con el tiempo.

Arena: En este trimestre empecé a crecer para todos los costados. Cal: Pero nunca lucí mejor un escote. Arena: Subí la talla del pantalón, es cierto, y de la braga para que las carnes no se entregaran sin esfuerzos al piolín que ata mal un matambre. Cal: Usar un sujetador más grande sin pasar por el quirófano es un milagro. Todavía me acuerdo lo que dije en voz alta al estrenar modelito: ¡Los poderes ocultos, por fin, se han manifestado! Dos poderes capaces de hipnidiotizar al mundo.

Arena: Mucha de la ropa (cintura para abajo) no me sirvió en cuestión de días. Tampoco intenté usarla. Invocar a la frustración con esta clase de vudú moderno es insalubre.
Cal: Llegó entonces el momento de salir a gastar un poco de dinero. Nunca hubo una mejor excusa para comprar ropa. El no tengo qué ponerme finalmente era cierto.
Una embarazada puede ser sexy y más sexy de lo que ha sido en toda su vida. Si la moda acompaña, hay que meterse en los lugares comunes y comprarse ropa común unos talles más grandes y no hacerse la cabeza. Las tiendas para embarazadas hay que manejarlas con cuidado y comprar prendas básicas como pantalones y faldas, para evitar salir convertida en un paquete navideño con forma de frigorífico industrial. Estar embarazada no significa perder los atributos femeninos ni mucho menos. Al contrario, si se maneja bien, se sale ganando.

Cal: Durante este trimestre no hubo síntoma que resistiera más de una semana o dos como máximo. Arena: Tuve que hacer catas de vómitos después de un viaje en avión de doce horas, las que se repitieron durante siete días. Apenas todo empezaba a darme vueltas, hacía fondo blanco con una botella de Aquarius para que las estrellitas que volaban alrededor de la cabeza volvieran al espacio.

Arena: La sensación de empacho constante, al probar bocado, convirtió la hora de la comida en un aburrimiento. ¡Con lo que me gusta comer! El aire me faltaba al masticar. Cal: Sin darme cuenta comí menos de lo que estaba acostumbrada y eso hizo que aumentara de peso lo necesario.

Arena: Siempre fui de marearme en cualquier medio de transporte o en cualquier cosa que de vueltas. En este trimestre, el malestar pasó de castaño a oscuro. Girar por una rotonda a 20 km/h fue como estar metida en una centrifugadora. Cal: las patatas fritas en el bolso dejaron de ser prohibitivas.

Arena: Toda mi vida dormí boca abajo. Cuando supe que estaba embarazada dejé esa posición. La sensación de estar sobre una bola de golf era incomodísimo. Cal: dormir boca arriba hizo que recordara sueños disparatados llenos de pistas hacia ninguna parte.

Arena: Las noches se volvieron largas y los días cortos. La actividad se redujo a la mínima expresión. Poca voluntad para emprender cualquier cosa. Apatía total que muchos confunden con depresión. Cal: Aunque poco me enteré de nada, la sonrisa perezosa no me la quitó nadie.

Cal: Los bebés vienen de París
París, ciudad del amor. Ahora no me caben dudas.
Después de la primera sesión de acupuntura nos fuimos a París unos días y entre Croques Monsieurs y Galettes calentitas, se iba gestando el pequeño prototipo al que llamaríamos a las ocho semanas Tucu-tucu por cómo sonaba su corazoncito en la primera ecografía. Arena: ya no queda.

6 comentarios:

Mañosa dijo...

Y en parís te cruzaste con alguna cigüeña? o eso sí era cuento?

Jajajaa

Que bueno que te quedaste sin arena, asi no me asusto tanto!

Besos!!

Laura F. dijo...

Es tal cual, lo contas! Me gusta leerte yo entre en el sexto mes, porfa evita los detalles del parto, eso si que no se si lo resistire jaja saludos

Laura F. dijo...

Es tal cual, lo contas! Me gusta leerte yo entre en el sexto mes, porfa evita los detalles del parto, eso si que no se si lo resistire jaja saludos

Svor dijo...

Hola Laura, te cuento que estoy entrando en la semana 40 y me gustaría ponerme al día pero la verdad es que no se si voy a llegar.
El parto... Hasta yo estoy que no sé bien qué es el parto. Todo por descubrise y tengo muchas ganas, aunque parezca chsite.
Saludos y gracias por leerme.

Svor dijo...

Hola Mañosa. Nada. No hay que asustarse. Susto dan otras cosas.
La verdad es que en París no hay cigüeñas jajaj. Por lo menos, yo nunca vi una. París no las necesita. Las cigüeñas están en los pueblitos que menos te imaginás, arriba de campanarios viejos. Ya contaré esa historia.
Un saludo

Mónica dijo...

Que maravilla! La ventaja de ser mujer es sin duda el vivir minuto a minuto como tu criatura va creciendo dentro de ti.
Es que es muy fuerte a la vez que muy hermoso.
No soy madre, ni siquiera se si algún día lo seré, ójala que si, pero desde luego, no me cabe la menor duda que tiene que ser algo grandioso. Lo mejor del mundo para una mujer... a pesar que como todo, tiene su lado positivo (cal) y su lado negativo (arena)

Un placer haber dado con tu blog.

Enhorabuena por la criatura y por tu blog.

Besos