Seguime en Facebook

Segundo Trimestre: Choping que has de sanar

Después de un día de choping limitado por la conciencia y el presupuesto, me siento en un banco a descansar; van a pasar a buscarme en unos minutos. Miro a la gente sin mucha intención y a cualquier otra cosa, pero que es como mirar nada. Necesito una excusa que barra la incomodidad de no estar haciendo algo y la de tener que esperar. Después de bostezar dos veces, me relajo un poco. Los ojos empiezan a moverse como marionetas guiados por sonidos que parecen frases nunca antes dichas.
Una niña delgada y con rizos rubios se sienta al lado. Me baja de la nube boba en la que floto llena de esponjosas revelaciones y promesas. Está vestida de azul-Tommy Hilfiger. Le sonrío con ternura, una inversión al futuro. Los niños me encantan. Y ahí mismo, porque sí, me saca la lengua frunciendo el ceño y gira la cabeza. La mocosa me corta, otra vez, el mambo rosa.
Si bien me da la espalda, no dejo de clavarle la mirada en la nuca. Espero afilando los párpados. Esto se debatirá en cuestiones de segundos. Vuelve a darse la vuelta y, entonces, sin darle tiempo (pispeando que nadie me esté viendo), le saco la lengua también. Hay heridas que el tiempo nunca cura.
Me levanto llena de triunfo, miro el reloj. Tengo unos minutos. Es necesario meterme en otra tienda. Mi niñita dolida necesita un consuelo extra.

No hay comentarios: